¿Catástrofe natural, cambio climático o dictadura del cemento?

Frecuentemente, televisiones, radio y periódicos se hacen eco de lo que llaman “lluvias catastróficas”, ocurridas en diferentes lugares de la península, así como en el resto del mundo.

Estas lluvias que provocan inundaciones y daños materiales y/o personales, siempre son presentadas como catástrofes naturales, aunque algunos podrían señalar al cambio climático. Sin embargo, por una parte, el calentamiento global, es un cambio climático que se da durante periodos largos de años y no durante un evento que dura unos días y, por otra parte, según un informe de la consultora meteorológica Telmet/Accu Weather, 200 milímetros de lluvia hoy producirían inundaciones mucho mayores que una similar precipitación hace cien años.

No es que llueva más que antes o se produzcan más inundaciones, lo que es nuevo son las dimensiones catastróficas. A lo largo de la historia, las inundaciones han existido de forma relativamente regular y han podido ser asumibles, sin embargo, han pasado a “catastrofizarse” debido a la falta de autorregulación del agua que tiene su origen en las drásticas y recientes alteraciones del territorio por la masiva y en continuo crecimiento urbanización del suelo.

El crecimiento de la superficie de suelo asfaltado, cementado, hormigonado, edificado,… en definitiva, urbanizado, significa un crecimiento del territorio sepultado bajo capas de materiales impermeabilizantes. En caso de lluvias, esta creciente impermeabilización del suelo hace que se incremente la circulación rápida y superficial del agua en detrimento de la infiltración de ésta en la tierra, pudiendo superar unos límites de seguridad.

Cuando se producen grandes lluvias, el efecto combinado de la creciente impermeabilización del territorio, del incremento de infraestructuras de regulación hidráulica (embalses, grandes presas, encauzamientos, etc.) y de la interposición de obstáculos edificados en el camino de las aguas, tiene como resultado un efecto de “bola de nieve” con el agua de estas grandes lluvias. De esta forma, se explica ese incremento, no de las inundaciones, sino de sus dimensiones catastróficas.

Los medios de comunicación tratan a las inundaciones como desgracias naturales sin relación con la destrucción del territorio; hablan de lluvias catastróficas, pero no de la catastrófica creciente impermeabilización de superficie de suelo mediante su urbanización.

Texto basado en el capítulo "La Naturaleza Contra el Campo: Inundaciones, Incendios Forestales y Fragmentación Territorial" escrito por Fernando Parra en el libro La Incidencia de la Especie Humana Sobre la Faz de la Tierra, J.M. Naredo(ed), (2005).