La ciudad de los niños de Francesco Tonucci

FUENTE: Granada Vía Verde

La ciudad de los niños de Francesco Tonucci, trata de, además de otras cosas, pacificar el tráfico en las áreas residenciales, con el objetivo de recuperar el espacio público de las ciudades actualmente sometidas a la lógica del tráfico.

Una de las características del sistema socioeconómico actual es la aglomeración de la población en las grandes áreas metropolitanas en crecimiento; ello genera un crecimiento de los desplazamientos y una dependencia estructural al transporte cotidiano de mercancías y personas a largas distancias.

En este contexto, la pacificación del tráfico mediante impedimentos físicos que imposibilitan a los vehículos alcanzar velocidades que el cuerpo humano no puede soportar en impactos inevitables, es una valiosa técnica que permite reducir la peligrosidad que generan los masivos desplazamientos de personas y mercancías recuperando el espacio público en determinados lugares urbanos.

Sin embargo (tal y como se recoge en el apartado de “La mejora del transporte como defensa ante la sociedad del automóvil” en el documento Invitación a los colectivos ciclistas: reflexión acerca de sus reivindicaciones, Granada Vía Verde, Granada marzo 2008), este alivio que supone la pacificación del tráfico -que no está nada mal- no cuestiona los principios básicos del sistema socioeconómico: el crecimiento de la población concentrada en grandes aglomeraciones urbanas y el crecimiento del transporte que esto supone; por tanto, no puede solucionar la dependencia estructural de la población al transporte cotidiano a grandes distancias de personas y mercancías. Siendo imprescindible las grandes arterias de circulación para los desplazamientos efectivos de trabajadores, consumidores y mercancías.

Así mismo, no identifica el papel del transporte público como una pieza más a través de la cual las aglomeraciones urbanas crecen por aquellos lugares donde el poder económico y político ha creado la accesibilidad que precisan y poder especular con el territorio. Una mejora del transporte colectivo (tarifa, horarios,…) es un pequeño alivio para la gran cantidad de personas que se ven forzadas cada día a recorrer grandes distancias sin tener otro medio a su alcance. Se observará que los usuarios son, mayoritariamente, mujeres, jóvenes (estudiantes), ancianos/as, discapacitados, inmigrantes… “(...) pues la utilización del vehículo privado a pesar de la extensión de la motorización no es universal, el nivel de renta sigue marcando (aunque en menor grado) el acceso al mismo, tiene un fuerte componente de género, su uso está claramente condicionado por la edad, y de él no participa en general la población inmigrante” ( FDEZ. DURÁN, R., El Tsunami urbanizador español y mundial, Virus Editorial, Bilbao, 2006). (Para ampliar la lectura del papel del transporte público, se recomienda la lectura de FDEZ. DURÁN, R. Transporte, espacio y capital, Editorial Nuestra Cultura, Madrid 1980).

Somos potenciales consumidores y trabajadores que el sistema necesita de su desplazamiento entre lugares cada vez más lejanos en las aglomeraciones urbanas en crecimiento difuso de forma funcional. En este contexto, no hay duda de que un servicio de transporte de calidad alivia nuestro traslado. Aunque no nos tragamos lo de la “movilidad sostenible” si eso significa que la gente se amontone una hora en el autobús o en el metro. Creemos más bien que las personas deberían vivir cerca de sus vidas. Que las distancias cotidianas deben ser humanas, posibles de recorrer a pie o en bici.

Como conclusión, la pacificación del tráfico es, sin duda, una magnífica herramienta para evitar una de las más graves consecuencias de un entorno sometido a la lógica del tráfico, el peligro que generan los vehículos motorizados. Sin embargo, aunque mediante la negociación con la administración, quizá sea posible conseguir la pacificación del tráfico en determinados lugares -que no está nada mal-; no se trata de un paso para conseguir “algo más”. El poder político y económico no cede en nada fundamental y si el sistema pierde una de sus características y necesidades inherentes se desploma. Las arterias principales del tráfico de personas y mercancías son intocables; es de ser muy ingenuo pensar que, a través de la negociación o la participación ciudadana, esta medida se vaya a practicar en estas arterias principales donde el problema se presenta de forma más aguda. Mientras no se cuestionen todas las características que generan mayor movilidad, no se podrá encontrar una solución definitiva y real.

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